Charlie Kaufman estaba pasando por un mal momento, sabía que podría ser peor, y que la sequía de ideas iba a acabar.
Nunca pensó que esa tarde iba a ser inolvidable, nadie tocó a su puerta, nadie se acercó a él, mientras tanto los minutos pasaban y esas ganas de querer estar bien le recorrían hasta por su espalda.
Optó por las cosas simples, prender su tocadiscos y seleccionar un clásico de 1968 a todo volumen, beber su bebida favorita, y comenzar a picar los rábanos para esa receta que vio en internet, no había pensamientos malos, solo alguien que quería reconfortarse, rescató esas viejas fotografías estudiantiles y comenzó a recordar los buenos tiempos de la lírica, los momentos en los que sus padres lo recibían con su postre favorito y recordó aquella frase que su madre una vez le dijo:
No pienses tanto las cosas, te harán tan mal que no podrás seguir, disfruta del hoy y haz lo que te dicta lo que sientes, agradece.
Charlie sonreía, una lágrima le escurría y eran apenas las seis de la tarde.
El disco acabó, y acabó su gran plato, le había quedado delicioso y decidió enmarcar esas viejas fotografías.
Al final de la tarde Charlie comenzó a escribir un guión, que tituló “Un dron nos espió por la ventana”.
Fotografía por ikebanalena
Melómano, escritor, enfermero y adulto semi profesional.