Momentos de delirio, en momentos que soy yo mirándome desde afuera, fuera de todo contexto; me aferro a las palabras, me aferro a su férrea complacencia de mi existencia.

Ahora soy yo la que observa cada aspecto de mi, por que tu presencia en ella me ha vuelto externa con calidez y frío al mismo tiempo. Tan contrastante, tan intrigante; haciendo un efecto de choque, haciéndome saltar de la propia concepción de mi cuerpo

Me obsesionas, me apasionas, y mi control se suspende en cada función motora de mi cuerpo y me veo tan vulnerable, que he llegado a odiar la manera en que tu sola voz desestabilice mi sistema, ese sistema en donde solo utilizo mi membrana cerebral para funcionar, poniendo una defensa en frente de mi propia para que nadie vea que soy, quien soy y ver lo mucho que me odio.

Esa barrera intelectual donde sumerjo mis experiencias mas dolorosas, donde nadie tiene derecho a pisar; que tus ojos son capaces de traspasar en un tiempo ridículo.

Te odio por dejarme a la intemperie en este mundo tan ansioso de crueldad, y mi conciencia suplica clemencia de vida ante la fotografía que mi mente hace de ti cada lapso comprimido de tiempo; aun ella sobrevive, deseando correr lejos por mi mala gestión.

Ni la heroína palpitaría tan rápido en mi cuerpo como tu lo haces sin importar el tiempo las circunstancias, te has introducido en mi torrente sanguíneo y mental, cada centímetro de tu cuerpo es motivo de asalto en este ser casi moribundo.

Descontrol, destrozas mis neuronas y mi cuerpo pide más de aquel que ama y sufre, que desangra para sanar; que vive para respirar el aliento y quitarlo, y que mi ser danza al compás de su música exquisita y estridente a la vez. Confusión en mi misma y amor incondicional en tus manos.

Tus labios son vida y muerte, al mismo tiempo, sin espacios, sin asimilar, cambio, aceleración y paciencia, por que no te tengo pero estas en mí y para mi. Aquí.

Fotografía por: Li Guanqun