Café y leche por la mañana

Son alrededor de las 9 de la mañana y lo único que logra despertarme es el aroma de mi café caliente de mi ahora mejor amiga, la cafetera que me heredó mi abuelo.

Tras 3 sorbos a la taza, dejo que los pensamientos y tareas del día invadan mi cabeza. Tratando de no saturarme, miro hacia la ventana y recuerdo la peculiar vista que tenía justo antes de que el enorme condominio existiera. Sin darme cuenta, mi taza quedó vacía y me dispuse a seguir con mi día.

Música, unos jeans rotos, una sudadera negra, mis sneakers y unos libros en mi backpack fueron la elección perfecta de un domingo cualquiera.

Los 6 grados centígrados mantenían mis manos dentro de las bolsas de la chamarra mientras recorría cuadra a cuadra la ciudad.

Una compra espontánea, un rico olor a café y tragos que se convierten en sensaciones… así, sorbo a sorbo me adentro al concreto, el detalle, la sombra y la luz.

Fotografía por: Li Guanqun