La misma duda sigue fluyendo y rodando mis pensamientos. ¿Por qué después de tanto tiempo sigues provocando algo fuerte en mi? Si hay personas a las que puedo amar, otras que me amaban y no lo puedo hacer como lo hice contigo a pesar de que nunca pudimos juntar nuestro camino. Sin duda, en ese tiempo te amé.
Me hable de obsesión, pensaba que a lo mejor y me encontraba dominada por tu imagen, por aquellas expectativas que tuve de ti y de tu casi perfecto francés pero pensé y definitivamente no estaba obsesionada, seguía enamorada e inconsciente. Entonces pasaste a ser un recuerdo de algo que solo fue así y pensaba que el mismo tiempo me ayudaría a recordar sin dolor y que de a poco difuminaría tu cara de mi pensamiento, tu olor de mi memoria olfativa y tu forma de hablar de la memoria auditiva, pero hasta hoy eso sigue siendo importante, como la base creadora de un recuerdo. Me hable de aprendizaje, entonces comprendí que me enseñaste el dolor. Ya no la ilusión, ni el amor; sino el a sentir el dolor, el manejar el dolor y a triunfar con dolor. Así, con ese pensamiento es como florecí. No me obligue a olvidarte, no me obligue a recordarte constantemente, solo acepte todas las consecuencias, emocionales, provocadas por tu esencia. El fuerte dolor se canalizó a fortalezas, energías inspiradoras, comprensión de mi persona y a actitudes que me hacen ser a mí la triunfadora.
La respuesta con la que comencé, es simplemente que tú eres la persona que necesitaba conocer para hacer una mejora interna, cambiar de percepción, la que me trajo el dolor para poder estar en lo más profundo y cuando me tocara subir, poder ir explorando cada rincón interno para así aprender a darme amor propio y una inspiración. Por lo tanto, es por eso que no puedo olvidarte y sigues provocando algo fuerte porque eres el recuerdo de esa energía que necesitaba para cambiar mi persona. No te olvido no porque te siga amando sino porque te sigo utilizando para continuar explorando.
Fotografía por Isa Gelb