Hace unos días tuve muchos antojos,
deseos impulsivos, vehementes y arbitrarios de una sopa de tortilla,
salsa verde hecha por mí, lentejas, tortillas,
también comí mucho aguacate
hace unos días.
No sé en qué parte del cuerpo se sienten
ni de dónde o
cómo nacen,
tampoco si se sienten o se piensan
los antojos:
del latín “ante oculum”, antes de los ojos.
Sé que se sienten como si fueran personitas con gustos muy particulares.
Hace unos días estaba embarazada
y
asustada
con un hijo en cada mano
pensando si podría tener más hijos que manos
y que a veces tomar decisiones
es lo mismo que hacer malabares.
Cuando quise ser mamá
no sabía que no quería tener miedo.
Ahora sé que la belleza y el terror
suceden casi siempre al mismo tiempo.
Hace unos días decidí no estar embarazada
lo decidí como el mar decide hacer una ola.
Y ahora sangro
cómo puede un embrioncito de 4 semanas generar tanta sangre tantos días,
si eso no es vida, no sé qué es,
cómo puede una mujer sangrar tanto y andar en dos piernas,
si eso no es magia, no sé qué es.
Hace unos días estaba en el consultorio de mi ginecóloga
dejando de estar embarazada,
de la mano de mi sol,
pensando en la risa de mis hijos
mientras me aspiraban una futura placenta y lo que adentro crecía.
El mar haciendo olas en algún lado.
Hoy sangro
también lloro por los ojos,
mi cuerpo se va desocupando
igual que las hormonas
que se transforman porque nada se destruye,
se arremolinan en temporal,
se activan/ desactivan.
El útero en duelo,
la casa vacía.
Mi hijo viene a decirme que ya no hay cereal,
los días son iguales pero nunca los mismos,
y el mar sigue haciendo olas en algún lado.
Fotografía: Catherine Lemblé

Taróloga, terapeuta, mamá de dos. Ha publicado los poemarios “play, pausa, rec, mute”, “antidiario de un ama de casa”, “fragmentitos de un discurso amorosito” y “luta”.