Salir a la calle,
pelear sin sentido,
amar con motivo,
actividades banales
sin tono ni trono.

Lo cotidiano de la levedad,
de la insuficiencia continua,
para empeorar.

Humanidad a secas,
sin cualitativos que le describan,
ni besos tibios,
de frío.

Caminos que dejan de unirse,
se triplican
y danzan entre la luz amarilla,
décimas ocultas
de labia en rima.

Si fuera lo tradicional
la mirada abismal
tiraría de un cordón
para dosificar la coartada
de morir,
sin sentir.

Miedo.

De no poder abstraerse,
de dominar sin bailar,
de hablar sin pensar
o decir el verso que jamás será verdad.

Abrupto.

Sin lujo ni maldad,
risa tranquila,
entre tropiezos
de ronquidos entre besos.

Nada
tiene
sentido.

Trizas.

Las maravillas del saber
entre futuras prisas.

De los tiempos,
el mejor.

Del amor,
el rumor.

Del ‘para siempre’
la música que se escucha de fondo,
nunca cambia,
se vence
y renueva su repertorio,
con contexto diferente,
edades y segundos
que no suenan
a lo de siempre.

Para no saltarse el baile
dejar que las letras abarquen
la maravilla de viajar
entre mensajes.

Así los secretos,
la vida oculta
de los
sueños.

Y detona,
se envuelve
y posesiona
en los ojos del amante
que no puede dejar de mirar
el instante
de aquel amarre.

Abrupto.
Sensato.
Distinto.

 

Fotografía: green_is_in