Cada tanto,
cuando estás intoxicado
y tus muros permanecen tumbados.
Justo antes de quedarte dormido
ese minuto de tu eternidad,
cuando me repites –te quiero, te quiero, te quiero.
Tu alma se torna franca
y me pides que te crea que aún lo sientes.
Un instante en donde sometes a los complejos.
Yo te confirmo que siempre te he querido
y cual fucilazo entre las estrellas, balbuceas –te adoro.
Me despido,
esperando que el momento se desvanezca junto con la luna
al amanecer
poder hacer de cuenta que nunca me afligió tanta ambivalencia.
Y poder seguir llamándote amigo.
Fotografía: green_is_in
On a constant pursuit of perspective
https://www.instagram.com/hijos.de.larevolucion/