1 de Octubre

RECORRO LOS PROGRAMAS SIN PRESTAR ATENCIÓN, escucho voces en el cuarto de a un lado, me viene a la mente que mi hermano una vez me dijo que as ventanas de los hoteles ya ni abrían porque la gente los usaba para suicidarse, me viene a la mente Violeta, de diablo guardián, contándole a una máquina su vida. Ya traigo varias cervezas encima y me es imposible no ponerme susceptible ante la idea de que ES TAN BONITA, TAN RARA Y TAN COQUETA, que está acostada, durmiendo -probablemente está fingiendo que duerme-, pero no pienso ponerme a comprobarlo. Pienso dejarla dormir y si en algún momento de la noche despierta, me busque entre las sábanas. Aún tengo cuatro cervezas y la cajetilla de delicados casi llena. Me decido por destapar una cerveza y darle fuego a un tabaco. Me siento al filo de la cama, sólo para tomar el teléfono y escribir una que otra palabra clave. Me levanto, doy media vuelta y la miro dormir, quisiera recostarme a su lado y abrazarla, pero YO NO LE OFREZCO NINGÚN ABRIGO, SÓLO MI ABURRIDA HONESTIDAD. Abro la ventana -lo poco que abre- y saco la mano, sólo para que el humo se disipe afuera de la habitación.

-Ya te arrepentiste, lo sé. -Me dice. Realmente yo no sé a qué se refiere, por ende, le pregunto, pero me ignora, se envuelve en la sábana y me da la espalda. Tal vez el hecho de que me haya visto parado frente a la ventana, le haya dado a entender que me estaba arrepintiendo de estar ahí, pero no es así. Es sólo la nostalgia que me provoca el hecho de que no sé cuando la voy a volver a ver. Pero ella no lo entiende, tiene un carácter complicado, PERO LO AGUANTO POR QUERER SABER CUÁNTOS BESOS LE PODRÁN CABER EN SU CUERPO COLOR MIEL.
Estamos al filo de llegar al límite de que se termine el tiempo, yo acabo de destapar otra cerveza, le doy un sorbo largo y atascado y me encamino a la recepción a pagar por más tiempo. Me atiende una señora y un señor calvo, muy amables, pero igual me miran raro, tal vez ya se me empieza a subir la peda. Me da igual, en realidad no le doy tanta importancia y me regreso enseguida a la habitación. Me enciendo otro cigarro y me vuelvo a poner en la ventana. Ella despierta y me mira ahí, con la mirada perdida en la nada. Me dice que ya me acueste, pero yo aún tengo cervezas y no quiero parar hasta terminar con ellas. Le digo que ella duerma. NADIE SABE LO QUE PASARÁ AL FINAL. Le doy otro largo sorbo a mi cerveza, me vuelvo a sentar al filo de la cama, ella se cuelga a mi cuello y me dice que ya me acueste con ella. Me abraza fuerte, como si me pusiera un candado en el cuello. La sensación es emocionante, ella tiene esa magia de hacer todo con tantas ganas que te envuelve en una manta que nunca quisieras quitarte. Sus besos son rápidos, llenos de ganas de besar, sin esa suerte de vacío que había sentido antes. Y aunque sé que NADA ES PARA SIEMPRE, pienso bañarme en el placer que me provoca el estar entre sus piernas, besando su pecho y acariciando su rostro, moviéndonos en sincronía, con el ritmo perfecto, lento, pero lleno del deseo de que nunca acabe el momento.
Por la madrugada, sólo nos despertamos para abrazarnos y seguir durmiendo así. Allá afuera podría estar el mundo ardiendo en llamas, pero no nos importa. Ese momento es nuestro y no vamos a permitir que nada nos lo quite.
Estoy decidido a QUITARME DE EN MEDIO PARA DEJARTE ENCONTRAR A UN VATO QUE TE HABLE DIRECTO, UN CABRÓN MUY FORMAL QUE TE DIVIERTA CON SU VERBO. Pero luego me despierta con un beso, me abraza más fuerte y todas esas ideas se esfuman. NO ES QUE SEA PERFECTA, NI YO ESTÉ TAN CULERO, es el hecho de que ella es demasiado buena para mí, o tal vez yo soy demasiado malo para ella.
No sé, el tiempo está a punto de agotarse y nos decidimos a levantarnos y vestirnos. Así es, el tiempo, ese tiempo que tanto esperé que llegara, ese tiempo bendito para estar juntos está a punto de terminarse, no logro evitar entristecerme, pero no lo demuestro, sigo sonriendo y abriendo espacio en mi corazón para contarle historias de antaño y escuchar sus historias, atento, como embrujado, mientras vamos en camino a dejarla a donde va a pasar mucho tiempo hasta que la vuelva a ver.
Estoy al borde del llanto, pues EL FIN HA LLEGADO. Llegó, irremediable, para hacerme poner los pies en la tierra y darme cuenta que todo fue una especie de sueño, un sueño que tal vez y sólo tal vez vuelva a ver correr ante mis ojos, estos ojos Que ya son más de ella que míos. NUNCA HE SABIDO DEMASIADO, PERO HOY YO SÉ: QUIERO QUE SE VENGA CONMIGO A FUGARNOS DE ESTA CIUDAD. ANDAREMOS SIN UN RUMBO FIJO, PUES SABEMOS ES LO IDEAL.
Y SI SOPORTAS TODO LO QUE TE PUEDO DECIR: QUE ME EMBORRACHO CINCO DÍAS PARA SOBREVIVIR, entonces créeme que a pesar de ser UN TIPO AUSTERO, tendrás LA HISTORIA QUE PROMETE LA GLORIA.

Fotografía: Cecilia Gómez de Villavedón