Un Persino tan anciano y lejano para mí, camina descalzo y baja otros cerros, allá por Tlaxcala; baja y huele un aire limpio; el viento le roza la piel, la va corrompiendo lentamente, mientras quita las gotas de sudor que le van chorreando; el Persino anciano carga un bulto de flores: Crisantemos, pétalos lilas, tallos rasposos, espinas de rosas rasgan el pellejo del indio cromado; el abuelo Persino pule su fuerza y va pisoteando la tierra del campo antes de pegarle al gordo y gozar de las riquezas de la Lotería Nacional; comprará con esa lana: casas, terrenos, ranchos; sus casi mil quinientos cuarenta y tres hijos pelearán a muerte por quedarse por cada centímetro de esa materia. Apesta a despilfarro y odio; exceso de abundancia y todo ello se irá escurriendo por las cloacas de la ciudad de Puebla. Llegarán nietos, así como yo, que conocerán la peste y el hambre.

Fotografía: John Kilar | Instagram