Trabajé algún tiempo para darle seguridad social a mi madre y así ella tuviese un tratamiento adecuado de un riesgo de cáncer que había en su matriz; trabajé y trabajé, colocando créditos, recibiendo insultos en las casas de los clientes cuando hacía cobranzas; caminando sobre desiertos donde los perros salían a ladrarme y algunas veces a morderme hasta devorar mi autoestima, babeaban en las esperanzas siempre malditas de una vida mejor, donde pudiera sentarme a escribir por las tardes, de salir a buscar una novia, babeaban y babeaban en la esperanza de salir por las tardes al cine; tomar un café, charlar con los amigos; yo tenía 27 años, entonces alguien preguntaba “¿cómo están tus hijos?”, yo decía “Han muerto en el vientre de nadie porque sigo pagando por los errores de otros, de mi padre, por ejemplo”. Eran días de rabia. Mi madre libró aquel problema de salud y  eso fue la tregua con mis frustraciones.

Fotografía: John Kilar | Instagram