Algunas veces dejo subir a Doctor Totopo a mi cama; un schnauzer que adoptamos; él se revuelca entre las colchas y nos hacemos como gusanitos contorsionando; es un perro muy inquieto pero cariñoso; por la mañanas justo a las seis de la mañana ladra para avisar que ya es hora de salir al parque y nos despierta a todos; su ladrido es una putada; pero no cambiaría un solo día a su lado, de su mirada perdida y tierna, de sus lamidas a mi mano, de sus gruñidos como de cerdo, que además está muy marrano el cabrón. Cuando me preguntan por qué le puse Doctor Totopo de nombre, se debe a que tiene las orejas en forma de totopo y el tono grisáceo de su pelaje asemeja a un plato de frijoles con totopos, respecto al mote de “Doctor”, pues ese se lo puse porque me dio la chingada gana y se escucha chingón, académico.
Fotografía: John Kilar | Instagram