En el despacho estaba la foto con el equipo de fútbol de sus cuates de la infancia; había sido campeón de goleo de la liga infantil¸ según su propia versión. Estudió un rato en una escuela jesuita para gente humilde, aquellos años previos en los que la abuela y el abuelo Persino se sacaran el premio mayor de la lotería (no es una metáfora), después, el “maestro” Persino emigraría al CENCH (Centro escolar Niños Héroes de Chapultepec); donde estudiaba la crema, nata y búlgaros de la sociedad poblana; sería en esa escuela donde el maestro Persino conocería a los camaradas que en la edad adulta gobernarían Puebla; presidentes municipales, gobernadores, senadores, jueces, proxenetas, sindicalistas y cuánta mamada se les ocurra; el CENCH era el nicho de poder de aquella tan lejana, una escuela pública. En los tiempos que escribo esto, los poderosos se educan en escuelas privadas de alto caché.

Fotografía: John Kilar | Instagram