Yo caminaba con mi difunta abuela por una calle apacible de la colonia La Paz, ella se detuvo y puso una marioneta en su mano izquierda; mi anciana y grisácea madre de ojos almendra hizo hablar al muñeco; yo observaba con fruición. Un hijo de su puta madre pasó corriendo y le arrebató el monedero a mi abue; ella gritó desesperada y a cambio recibió del cielo el silencio de Dios.

Fotografía: PJ Wang