Unfinished business

Estoy sentada a su derecha envuelta en humo de cigarro y un ruido de conversaciones a las que no prestamos atención. Una vez más estoy barada en una situación como esta junto a él y estoy a punto de aprovechar el bullicio para preguntarle en susurros si nunca ha pensado en culpar al alcohol.

Me muerdo los labios con fuerza y luego me rio de una broma que no escuché para no decirle nada.

“¿Nunca has pensado en culpar al alcohol?” Necesitamos una excusa y no encuentro ninguna más factible que esa.

Necesitamos algo que nos deje concluir nuestro asunto incompleto, porque otra noche así es imposible de pasar.

De pronto alarga su mano para tomar la mía de una manera tan descarada que incluso parece sutil. Me dice algo, un comentario absurdo y hablamos unos segundos. Me sonríe con aquella sonrisa que reserva para seducir, inocente y lasciva a la vez.

Sus dedos se deslizan suavemente por mi brazo y de pronto los deja caer hasta mi pierna desnuda. Su mano está helada, pero siento un calor que recorre todo mi muslo.

Lo miro y sonrió complaciente. Sus ojos están oscurecidos por deseo reprimido y puedo saber que pensamos los mismo ¿Qué estamos esperando?

Miro a mi alrededor y veo que nadie nos presta atención. Su mano podría deslizarse un poco más arriba de mi muslo hasta colarse por entre la tela de mi vestido y nadie lo notaria.

Contraigo los músculos mientras me decido si le pregunto o no. Llevamos prácticamente años jugando esta estira y afloja, pero nunca lo hemos concluido. Es enloquecedor. Pero esta vez tenemos la oportunidad. Todo mundo está borracho y nosotros no estamos tan lejos de aquel estado. Podríamos irnos, terminar lo que tenemos inconcluso, acabar con aquella delicia de tortura y al amanecer culpar al alcohol.

La piel de sus dedos sube y baja a lo largo de mi pierna sin perder el contacto visual.

Está tan cerca de mi que casi puedo saborearlo en mis labios, en mi lengua…Estamos tan cerca…

Pero como siempre alguien llega y habla interrumpiendo la oportunidad que teníamos de escapar. Una broma estúpida, un comentario estúpido, ni siquiera sé que es lo que dice. Pero solo puedo sentir el calor y la rabia contenida corriendo por mis venas. El tipo no nos deja y sabemos que hemos perdido aquella noche. Otra vez.

Observo los nudillos apretados de su mano derecha mientras apura el alcohol restante de su vaso. Anuncia que se va a dormir y me mira expectante, en espera de que diga algo que me zafe de aquel tipo con cualquier excusa, pero es imposible. Lo intento pero no me deja y sé que si me voy de todos modos, todo mundo lo sabrá. Si lo saben así en este momento, culpar al alcohol no nos servirá de nada más tarde.

Se va con la rabia y frustración escrita por todo su cuerpo, justo como el mío. Se va y me doy cuenta de que estamos condenados ser un asunto inconcluso. A fucking eternal unfinished business.

Fotografía: Claudia