La vida emerge como una sola,
triste y desamparada.
Esperando aquel rechazo
o quizá una esperanza divina.
Es así como cualquier otra cosa:
como aquel pájaro andante
o el roció que cae del manantial.
Simplemente sabemos que vivimos
porque no morimos
o porque nos aferramos a esa única existencia;
la sublime subsistencia de estar presentes
o la agonía de mantenernos ausentes.
Es así la vida del hombre,
un paso como cualquier otro.
Como el del león o del tigre
o quizá de la hormiga.
Pero al fin y al cabo sigue siendo un paso.
Y es posible que nos resistamos al ideal de ser transitorios,
pero es solo eso;
un solo paso,
un solo rumbo,
una sola vida,
un solo mundo.
Fotografía: Delfina Vazquez
Escribo porque me encanta hacerlo, disfruto de vivir y soñar. Probablemente no sea la mejor, ni lo pretendo ser; pero me fascina expresar mis sentimientos.