Una carta que no voy a entregarte

Querido amigo:

Las cosas por este planeta siguen siendo de locos, sigo abusando del alcohol y fumo marihuana antes de dormir; el gato que me regalo Ana y yo no hemos creado lazos, solo viene a comer por la mañana y rara vez se aparece por la tarde, su frialdad me ha hecho cometer el estúpido acto de secuestrar a la gata de mi vecina y juguetear con ella por todo este planeta, le gusta subirse a la cama y devorar las cosas picosas que suelo comer en días de lluvia. Me gustaría tener novedades para contarte, decirte (por ejemplo) que aprendí francés, que me gane la lotería o que repare la gotera del cuarto donde está mi closet, pero acá todo sigue como lo dejaste, quisiera poder asegurarte que así seguirá por mucho tiempo pero cada día que pasa me voy curando de ti y estoy seguro que cualquier día de estos me voy a la verga.

Hay días donde suelo victimizarme mientras escribo para ti, me miento y me hago decir que “te extraño”, como si la palabra contuviera el peso de una nube negra a punto de derrumbarse, y al hacer uso de ella (automáticamente) me extrañaras también; otra veces me convenzo de que lo nuestro tuvo forma de todo menos de amor, que te idealice más de lo debido y que lo mucho que sufro lo merezco por pendejo. Como ya dije: dueles menos, y será cuestión de días para que usted, antes que yo, se vaya mucho a la verga.

Un poco tuyo (aun), Jesús Ríos.

Fotografía: Luciana Giachino