Todas las noches

Me gusta caminar por las noches.

Me gustan esas caminatas en las que acabas molido, acabado.

Destrozado.

Madreado.

Aquellas que te obligan a buscar una banca y preguntarte por qué chingados has llegado hasta cierto punto.

Hasta el punto de odiarte

Hasta el punto de aborrecerte

De querer borrarte

De querer esfumarte con el soplido del viendo

O con cada pinche gota de lluvia.

Esta nche me acompaña un ‘güey’, un ‘compa’

Un ‘valedor’ que, desde que me vio, me dijo:

“Traes un semblante bien pinche, carnal. Con todo respeto”

Yo sólo le sonreí.

Total, decía la verdad

Se sentó a mi lado y vimos juntos el vaivén de la gente

Escuchamos juntos las charlas absurdas de las personas que pasaban frente a nosotros

Pura pendejada

Sin decirnos nada, pensábamos lo mismo

Aún en el silencio pudimos colindar en ese punto

Como cuando me dijo que mi semblante estaba bien pinche y yo estuve de acuerdo

Después de un rato, chale, me tuve que levantar

“¿Adónde vas, carnal?”, me preguntó

No le dije nada. Sólo hice un gesto negativo con la cabeza

“Tampoco te creas muy vergas para no hablarme”, dijo, ya con un tono bravucón

Le pedí perdón, argumentando que no pretendía insultarle

Sin embargo, acá entre nos, me valía pura madre.

El sujeto soltó una risa muy extraña

“Nomás te ando ‘cotorriando’. Se ve que tu pedo es tranquilo”, me dijo con otro gesto

Uno, digamos, más amable

“Tira paro, carnal. Suéltate una lana. Me hace falta comer”

Hurgué en el bolsillo de mi pantalón y, cuando estaba por darle “una lana”, me dijo:

“Nel. Al chile, es para mi vicio. No me he moneado en todo el día y siento que traigo el pinche diablo encima, cabrón. Aliviáname. Acá, de valedores”

Ok, le dije. “¿Cuánto necesitas?”

Me dijo y le di un ‘ciego’

Vaya, yo también tengo que satisfacer mis vicios

“Tú sí eres compa, carnal. Yo pensé que me darías unos 10 varos. Hasta podré comprarle algo de comer a mi hija y a mi morra. Quién sabe dónde anden las cabronas. A veces se la pasan pendejeando todo el día. Pinches viejas”

Ya muy entrada la noche, decidimos seguir caminando

Como si fuéramos compas de toda la vida

Como si la vida no se acabara nunca

Como si sólo existiéramos él y yo.

No sé ni cómo se llama

Él tampoco sabe mi nombre

Pero en ese momento, somos valedores

De esos que se rifan un tiro para hacerle el paro al otro

Aunque te rompan la madre, no importa

Lo que importa es que le hiciste el paro a tu carnal

Y eso vale mucho más que cualquier otra cosa

Ya saben, el pinche orgullo.

“Verga, ahí viene mi morra con mi hija”, me dice

“Me tengo que ir, si no me la va armar de pedo. Ya sabes cómo son las viejas”

Yo sonreí.

Y sí, tal y como dijo, su morra se la hizo de pedo

“¿Dónde andabas, hijo de la chingada?”, alcancé a escuchar.

Yo seguí mi camino

Ahora solo

Sin mi compa

Sin mi carnal

Sin alguien que me hiciera el paro por si me querían atracar o dar baje

O romperme la madre

Estaba a la intemperie

Pero así es el ‘bisne’

Uno se razca con sus pinches uñas

Y ni pedo.

Si algo pasa, ya le avisarán a mi jefa

Si no, acabaré ahí tirado, como muchos en este pinche país

Sin importarle a nadie

Total, jodido ya estoy

Y esta caminata me dio en la madre, como otras tantas noches,

Y nadie me tiró paro

Chale.

Fotografía: Stefano Majno