Dejé de escribir por miedo a recordar, por miedo a inmortalizar lo sucedido, por miedo a revivir el sentimiento. Dejé de escribirte para reinventar los momentos y formar una memoria nueva.
Dejé de escribir porque cada palabra calaba mi piel y dejaba marcas invisibles y permanentes. Fueron tantas cosas, tantos hechos tan repentinos, tantas caídas de la cama… dentro de mi cabeza había una revolución de sentimientos imparables, carentes de un reloj biológico que me permitiera dormir por las noches.
Entre pensamientos buenos, recuerdos borrosos, caricias inciertas y crecientes miedos, realmente no sabía qué hacer; si escribirlo y plasmarlo todo o guardarlo para mi. Para ir construyendo una realidad alterna, mágica y sin dolor.
Hoy, ahora, inmortalizando palabras en papel, me desahogo de todos aquellos recuerdos y con ello trato de liberarme de su pesadez, sabiendo que no lo lograré por completo pero que los pedazos que queden, se irán desvaneciendo hasta llegar al punto en el que lo único que tenga que hacer sea soplar las cenizas.
Dejé de escribir y comencé a describirme en compañía nueva, en sonrisas tierna y sentimientos seguros. Sólo así, al dejar de escribirte.
Fotografía: Stefano Majno
Soy el resultado de una combinada personalidad e inexplicable pensamiento. Soy un punto de vista, una manera de hablar, una pasión reflejada en imagen y texto.
De personalidad múltiple pero controlada. Publicista y fotógrafa; amante del arte, las letras y la cultura visual. Creyente del talento nacional y polea de aquellos que buscan sobresalir a partir de sus pasiones. Con “corazón roto” de nacimiento e inspirada en las nostalgias de la vida en general.