Intento mantener la distancia adecuada para no compartir errores. Es de mañana y puedo verte mientras te arreglas el cabello y te tapas los pechos con un pedazo de sabana, la misma con la que hemos dormido apenas un par de horas por la falta de sueño, puedo ver tu espalda descubierta como diciendo: “Hay días buenos y solo días”.
Guardando la distancia suficiente como para no compartir temores puedes verme despertar con los ojos un poco irritados, con un dolor de estómago que nos hace recordar lo bien que nos han tratado estos últimos tragos.
Mirando desde la distancia suficiente puedo pensar que la vida se puede convertir así de linda de un día a otro, así nada más sin deberle nada a nadie.
A veces tengo miedo y a veces muero de miedo mientras rio, acabo de sonreír y eventualmente te dictaré mis razones para mantener silencio y perder la calma:
1.- Creo que eres un robot.
2.- Estoy enamorado de ti y no quiero saberlo.
3.-Estoy tan cansado esta mañana que podría pasar los últimos dos meses contigo.
Estamos desayunando mientras damos vueltas sobre esta tierra de nadie: hay dos frascos, un paquete de galletas y un cuchillo, Tú tomas el de la mermelada y yo el de la crema de maní, lo untas sobre la superficie de tu próximo bocado, hago lo mismo. Acortamos nuestra distancia para congeniar en que si combinamos ambos sabores el desayuno se volvería un poco más interesante, lo hacemos; Lo hacemos de nuevo. Es muy dulce para mi gusto pero está bien. Dejas de comer, estás satisfecha. Yo muero de hambre.
Creía que eras un robot pero esta mañana luces igual de radiante y un poco más vieja, los robots no envejecen a menos de que te hayas actualizado mientras dormía pero dudo que eso sea real, tú no mientes o por lo menos lo sueles hacer de maneras más detalladas. No eres un robot, estoy dos centímetros más seguro de eso mirando tu piel desde esta esquina del mundo.

Me siento tan feliz de envejecer juntos esta mañana, digo, no sabía que existiera una persona con tu nombre, ojos verdes; claros en demasía, un cabello largo y brillante. Me siento endémico y en peligro de extinción compartiendo el mismo aire, digo; no quiero acaparar todo el aire de esta habitación, normalmente soy un bueno para nada y no me molesta la idea de morir de una manera tan simple que a todos nos extrañe, yo sé que no habrá más reacción que la de “era tan joven”.

Nota mental para mi epitafio: “era tan joven”.
Me siento un acaparador y quiero obsequiarte todo el oxígeno que tengo, estoy demasiado cansado como para dar señales de amor. Me resulta fácil el sexo casual pero no es tan fácil cuando es contigo (entiéndelo).

Me lavo la cara con agua helada con la esperanza de despertar, giro la llave, es el agua caliente, me quemo el rostro, la cierro de nuevo y hago mi mejor esfuerzo, me miró del otro lado del espejo, las cosas jamás estuvieron en su lugar como esta mañana, me gustaría que la resaca fuera cosa de otros días.
Me cepillo los dientes con detallados movimientos. Arriba, atrás adelante atrás adelante; enfrente, izquierda derecha derecha izquierda, repito; abajo, atrás adelante adelante atrás, repito. Doy un trago de agua, todo marcha bien, escupo y repito sin morir en el intento.

Del otro lado de la pared me esperas camuflando tu espalda con la ropa ya puesta, me lavo la cara de nuevo y salgo, entras al baño. Te espero del otro lado de la pared posponiendo nuestro adiós.
S a l e s de la habitación, estamos juntos de nuevo. Listos, te pones los zapatos mientras me entierro en el sofá encendiendo el primer cigarro del día, abrimos la puerta, aquí vamos de nuevo.

Fotografía por Patricia Ruiz del Portal