Vamos, que te quiero. Que te he dado todo lo que fui hace tiempo, que me sequé intentando que florecieras cuando estaba a punto de marchitarme. Me diste vida, me diste una vida efímera que pensé eterna. Te quise y te quiero.
Sabes que nos cansamos de robarnos tiempo, de robarnos energía, de robarnos uno al otro la vida misma. Nos dejamos, quedándonos cada uno en la orilla contraria, en un muelle podrido que no tenía mucho que ofrecernos. Quedamos solos, a la deriva.
Cuántas noches no pasamos acariciando nuestros recuerdos, impregnándonos de nuestros perfumes, tratando de aferrarnos a la imagen que construimos del otro. Te he dibujado en sueños, te he visto entre las multitudes mientras esperaba no encontrarte y te he buscado con desespero cuando no había nadie en las calles.
Hoy has vuelto, no sé que esperamos de este encuentro. Tengo claro que la vida contigo o sin ti vale lo mismo, que sonrío aunque mis labios no se reflejen en tus pupilas. Tengo claro que aún tu sonrisa y tu mirada pueden encender mi alma, no necesito tu chispa, pero vivo agradecida por poder prenderme fuego a tu contacto.
Hay días en los que mi piel se torna helada y mi corazón empieza a bajar el ritmo de sus latidos, he aprendido a ponerme en marcha sola y bien sabes que ya no te necesito y aún así estoy dispuesta a entregarte todo, ahora sin que me reste, sin secarme. Juntos somos todo un mar de posibilidades.
Fotografía: PJ Wang