El titulo no tiene ningún sentido tampoco los anteriores días lo han tenido, quizás a causa de mis vagos recuerdos. Ha sido como un viaje en drogas, aunque dios sabe que estoy limpio; Sin embargo mi memoria no da para más. Dejando de lado explicaciones iniciare con los hechos.
Caminaba por una carretera, esta me resultaba desconocida, abría mis ojos tanto como era posible, estaba rodeado por un inmenso y obscuro bosque, en algún momento deje de sentir mis pies, tal vez iba flotando suavemente. Sentía paz y ligereza, entonces a mi mente llegaba la sospecha de que había muerto.
Mientras miraba hacia el cielo entre las ramas de los gigantescos árboles, encontré la tenue luz del sol, entonces percibía los rayos solares fundiéndose en mi piel, sentía dolor, me descongelaba probablemente, como un helado bajo el sol de verano, estaba dejando de existir y mientras observaba mi entorno todo se veía más y más lejano, me hundía con rapidez en la nada.
Y desperté entre paja, sucio y semi-desnudo, sin preguntarme por qué quise ir en busca de ese bosque, algo me atraía a ese lugar y debía descubrir los motivos. Completamente desesperado tome mi viejo abrigo que se posaba en el piso del lugar donde pase la noche, parecía un tipo de establo, aunque no había animales a la vista, tampoco personas. Pero salí a la calle sin pensarlo. Desconocía la hora debía ser muy temprano pues la niebla no me permitía ver el camino. A ciegas y tiritando de frió, sin un destino pero tampoco me importaba el devenir. Encendí un cigarrillo, pensé que me haría disfrutar el camino pero al darle el primer jalón sentí como si estuviera masticando un puñado de colillas y de inmediato comencé a vomitar, no era un vomito normal su aspecto era más bien gelatinoso y verde ¿Dónde estoy? ¿Qué me está pasando? No tenía ninguna respuesta y no sabía en qué momento caí en estas circunstancias
Contuve las náuseas que aun sentía y seguí andando a paso lento, esperaba encontrar un poco de luz o algún lugar donde sintiera la seguridad que había perdido. Camine aproximadamente 40 minutos y por fin me encontré con algo visible, barrotes. Se trataba de una celda y entonces yo resultaba ser un prisionero. Me senté sobre el suelo frio y húmedo, más que nunca perdí la esperanza. Mi llanto fue incontenible, miles de dudas rondaban por mi mente y no había respuestas o al menos una pista que me ayudara a escapar. ¿Cómo se puede huir de un lugar que desconoces?
No recordaba como llegue a ese lugar, sentía temor e incertidumbre. Comencé a gritar con toda la fuerza que conservaba, más fue inútil.
Quise retroceder pero al mirar hacia atrás encontré la obscuridad de la noche, un desierto o talvez otra galaxia. Era momento de ponerme en movimiento, caminar era pesado y cada vez más complicado, se sentía estar dentro del fango y hundiéndome sin remedio.
Quede inconsciente, entonces nuevamente estaba en cama empapado en sudor. Habría sido todo un sueño pero fue tan real, me siento diminuto y agotado como si hubiera recibido una paliza. Eche una mirada rápida a cada rincón de mi habitación para comprobar que había vuelto a la realidad, y quede sorprendido. ¡¡Cuanto espacio!!, jamás me sentí tan abatido por la soledad como en aquel momento. Por cuanto tiempo ansié la libertad, cuando era joven anhelaba ser un ermitaño viviendo en soledad en la montaña. Algunos días el trabajo era mero tedio y al volver a casa deseaba encontrarla vacía, quiero decir, tener un momento de privacidad, un espacio para hacer nada. Las paredes de deshacían a mi alrededor y todo se tornó nuevamente obscuro, una opresión en el pecho cortaba mi respiración, mi mente por fin se quedó en blanco.
Fue un minuto o un año, mis alucinaciones por más terroríficas que fuesen, puesto que al terminar la fantasía. Caí en cuenta de la realidad, la cual tuve que enfrentar. Cuando me he percatado que mis ojos empapados en lágrimas se encontraban fruncidos, mis manos sobre mi rostro y mi cuerpo hincado frente al ataúd de mi esposa, con quien compartí veinte años de mi vida. La gente habla, intenta consolarme y yo solo escucho balbuceos sin sentido y asiento con la cabeza, mientras razono que lo único que queda de ella son objetos sin valor, las prendas que guardaran su aroma solo por un lapso de tiempo para después apestarse del asqueroso aroma del polvo y la humedad, que su lado de la cama estará vacío y la mesa que compartíamos ahora solo tendrá comida para uno.
En mi realidad solo existe mi mujer como una sombra desvaneciéndose, mientras invaden mi mente los momentos más importantes que vivimos juntos, me desintegro y como ella voy dejando de existir.
Fotografía por Martin Canova
Fósil de la UNAM. Escribo para vivir y vivo para escribir. :)
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