Y aquí me encontraba nuevamente, en mi oscura habitación contemplando el techo, mirando a la nada…. Otra vez estaba en ese lugar donde no quise regresar, una vez más ella me daba la bienvenida a este mundo que muchas veces maldije y juré por todo lo sagrado de la vida que no volvería, si, otra vez estaba tendido en la cama, sin ganas de hacer nada, sin ganas de moverme, sin ganas incluso de respirar, no había mayor motivación para seguir, solo, tirado en la cama, viendo cómo se desvanecía mi alma entre las sabanas, esfumándose de mi todo rastro de esperanza, perdido por haber buscado el todo y haber obtenido la absoluta nada…Ella me dijo: “Bienvenido a casa, ¿qué tal tu viaje? ¿Cuéntame como te fue? ¿Qué aprendiste esta vez?”
Me tomo un suspiro profundo, el más profundo que había tenido hasta ese momento, tan profundo y vacío como el que puede provocar una brisa de viento, tan doloroso como ese pequeño gran golpe que recibes dentro del pecho… Ella me contemplaba, callada, miraba como mi expresión cambiaba con cada suspiro que mi pecho daba, como si eso me liberara y a la vez me castigara, como si cada que inhalara aire fuera una daga más clavada en lo profundo de mi maltratada alma y con cada exhalación fuera la erupción de un volcán lleno de emociones contenidas.
Acaricio mi cabeza con tal ternura que me sentía como en casa, ya no dolía nada o al menos así parecía. Cada vez que ella me abrazaba, sentía como su calor me protegía de todos los males que me aquejan dentro de esta vida llena de rutina y monotonía, ella estaba a mi lado, soportando otra caída, otro embate…

Una vez más llegaba a casa hecho un desastre y ella dispuesta, una vez más a curarme, una vez más limpio mis manos llenas de mi sangre, una vez más me dijo que no pasaba nada, una vez más me acogió en su pecho y me abrazó con tal fuerza que me hizo creer que jamás debí salir de sus brazos y que nunca debí soltar su suave pero fría mano…
Ella acariciando mi cabello, me dijo cuéntamelo todo, mientras de lágrimas se inundaban mis ojos, mientras mis manos temblaban, mi corazón se hizo pedazos esa madrugada, le conté que sentía que mi vida no valía nada, ella solo me escuchaba como me despedazaba por que jure que no iba a fracasar esta vez, que esta vez por raro que parezca lo haría bien y que sentiría el dulce sabor de la victoria , y que se lo vendría a restregar en la cara por que yo sabia que ella no tenia razón cuando me decía que el mismo resultado tendría por qué así soy yo…
Yo le lloraba preguntando por que no podía volar con los ángeles en el cielo, porque siempre que emprendo el vuelo termino estrellado de nuevo en el frio suelo de su infierno, cuestione por que le gustaba que regresara como si su magnificencia me impulsara a volver siempre a casa y como si un detonante dentro de mí se activara cada vez que intentaba abandonar sus frías alas, para hacer explosión a medio viaje y así el impacto de mi realidad me trajera de vuelta a la oscuridad de donde alguna vez no conociera nada…
Tenía rabia y coraje dentro de mí, porque siempre lo doy todo para no volver aquí y al final siempre termino así. Ahogado en un mar de recuerdos innecesarios, embriagado del amargo sabor del desencanto, inhalando bocanadas de dolor a cada paso. Quisiera saber cómo le hacen tantos para poder volar tan alto y no caer cuando pierden la magia y el encanto, quisiera saber cómo es que ellos pueden no pensar tanto y seguir volando, disfrutando del viaje sin importar cuanto dure o cuan bueno sea.
A veces por la noche la abrazo y rezo al cielo por una oportunidad más, y aunque sé que ya estoy muy cansado de intentarlo y aunque sé que podría fracasar otra vez, me gustaría volver a intentarlo, incluso si mi vida dependiera de esa oportunidad siempre daría el máximo o tal vez ese es mi error, dar y esperar demasiado o será que no todos quieren volar como yo, tan alto.

Solo ella me entiende cuando le hago estas preguntas y nunca ha creído que soy un loco o que estoy demente, solo me abraza y me dice que lo siente, mi dolor es parte de ella también y sabe cuánto me esfuerzo para ser mejor, pero en el fondo de mi corazón sé que este ciclo se repetirá interrumpidas veces, que mientras más me esfuerce más duro será el golpe tardare en recuperarme más tiempo del que merece…
Mientras mi fe se debilita y mis ánimos son sepultados nuevamente bajo la misma cripta, yo la miro fijamente sabiendo que ella nunca se irá y que siempre estará a mi lado tomando mi mano para el siguiente enfrentamiento a muerte. Ella sabe que este sepelio no es para siempre y que mañana me podré levantar más fuerte, más frio y menos inocente, aunque ambos sabemos que eso nunca será suficiente…
Ahogado en mis propios errores, siempre fui presa de todos mis temores, ni las más sabias palabras podrían consolar mi cuerpo destruido, ni el más fuerte abrazo podría darme en esta ocasión alivio, me encontraba dentro de las tinieblas otra vez perdido, pero esta vez no haría el menor movimiento para salir de ahí, me cansé de luchar contra mi propio destino, me cansé de querer ver los rayos del sol fuera de este camino, me cansé de todo, solo quería estar ahí sentado platicando de ti con el olvido…

Ella solamente me miraba incrédula, no creía que esta vez me rindiera, ni por las palabras que llevo tatuadas en el cuerpo y en el alma pensó que yo esta vez todo lo dejara afuera, solo ella me miraba y se preguntaba si esta vez estaba dispuesto a someterme o solo era otro capricho de niño chiquito que quería tener, ella vio algo en mis ojos que parecía distinto, ella vio que esta vez no había signos de querer continuar buscando ese camino, con la mirada clavada al piso y el ánimo perdido se dio cuenta que esta vez no lo conseguiría
Demolido frente a un futuro incierto, muerto por dentro, renunciando a todo lo bello que la vida me ofreció, ella sin querer me dio unas pequeñas palabras de aliento
“Tu puedes… no lo hiciste tan mal esta vez… a veces los errores te hacen aprender…”
Ella misma me estaba incitando a que la abandonara otra vez, después de sanar mis heridas me pidió que lo intentara una y otra vez hasta que lo consiga, si ella a quien maldije durante mil noches y mil días, si ella que a pesar de que siempre estaba dispuesto a emprender la partida con una sonrisa fingía alegría y me daba la despedida, ella que me levantó de mis peores caídas, si ella me pedía que no me rindiera…
ahora entiendo por qué sigues aquí, reina entre las reinas, dueña de mis más profundos y oscuros pensamientos, cómplice de mis peores tormentos, quien me acoge entre sus brazos cuando siento que ya no puedo, solo tu podías hacerme saber que vale la pena todo esto por que cuando mi espíritu estaba abatido, destrozado, muerto, roto…. Jamás me dejaste de amar y siempre tendiste tu mano para que me vuelva a levantar, tu que siempre que regreso herido después de una batalla sin sentido, guardas un lugar para mi junto a mi amigo el olvido, tu que siempre has sabido quienes son mis amigos, tu que a pesar de que me quiera deshacer de ti, siempre estas ahí para darme ese impulso y volver a salir, buscar ser feliz, poder sonreír, aunque eso signifique que me aleje de ti, a ti no te importa nada por que sabes que al final te visitaré una o dos veces por la madrugada, para contarte como es la vida que tanto esperaba, tu que siempre me arropas con tanta bondad, gracias, mi dulce soledad….

Fotografía por Thomas Luong Bavington