La tierra escupe sangre,

sangre escondida,

donde inconscientes pasamos 

y el olor es invisible.

¿Invencible?

-No.

Invisible, porque

así es la justicia 

se esconde.

Invencible porque los latidos

de muerte no cesan,

y la pulsión impotente 

se refleja en lágrimas.

La tierra escupe sangre,

sangre en las manos,

de aquellos padres que 

acarician el viento

en esperanzas marchitas,

de suspiros invisibles,

de pensamiento invencible. 

Fotografía: Caroline Lytskjold