Cada noche solía decirme sí puedo, sí puedo seguir sin ti, sí puedo olvidarte, cuando en realidad sabía que no, que seguías doliendo y que moría de ganas de decirte regresa, sentía un vacío como si los únicos recuerdos que tenía mi memoria fueran los tuyos y querían seguir manteniéndose vivos. Te culpaba de todo mi dolor sabiendo que yo misma lo provoqué por dejar que me hicieras daño, por seguir cuando debí decir basta, por aferrarme a un amor fantasma con el que me conformaba.
Y hablo en pasado como si todo ahora fuera diferente pero no, la realidad es que todo sigue siendo igual y no has dejado de doler.
Fotografía: Caroline Lytskjold
Escritora de nada, soñadora de todo.