Al avanzar la vida, en la mayoría de sus momentos, hay una persona que te acompaña. Las personas nuevas son un universo entero por descubrir y los satélites que los rodean son cada uno de los rubros que forman parte de su vida, su familia, el trabajo y los amigos que tienen. Esas personas se escapan entre tus dedos, pero a pesar de eso hay alguien que vuelve a aparecer en tu vida. Estar enamorado significa adrenalina y deseo, la novedad de conocer a alguien. La nostalgia del amor perdido podría compararse con algún lugar melancólico. Recuerdas su cabello que crece como madreselva durante la noche. Sus caderas se ensanchan y se mueven peligrosamente hacia ti.
Objetificación, los hombres pensamos en las mujeres como objetos, no como seres completos; por eso estamos por siempre enamorados. Cada una de las partes de su cuerpo representa líneas y líneas de poesía barata para enamorarlas. Hasta que las lágrimas se secan de tanto esperar a la persona que supuestamente amas; turistas en el corazón de las otras personas buscando su amor insignificante, andanzas por los lugares desconocidos de su mente tratando de acercarnos. Choque de intereses entre lo que quiere una persona y lo que está buscando la otra. Unos sólo buscan el físico los otros el amor. La separación inminente y el volver a empezar, comienza el acecho nuevamente, en tu corazón se ha podado la madreselva y junto con ella la depilación completa de los cuerpos.
El momento justo, la mirada perfecta, la sensación de peligro o de perder el amor tan anhelado. La adrenalina crece cuando se acerca el momento del encuentro, corre la sangre por las venas del cuello. Momentos de verdad entre dos personas que no saben que es lo que quieren de su vida; esa sangre que corre por tus venas es la misma que te mantiene despierto en las noches de primavera, aquella que corre por tus extremidades cuando sueñas con la persona anhelada de ese momento, inicia la primavera, el día que inicia la poesía; nada de esto se refiere al amor. Podemos comprender al amor de muchas formas; podemos comprender a la muerte separada del amor, más no de la forma contraria.
El amor implica la muerte de algo al interior de nuestras vidas. La muerte de una amistad o la muerte por desamor al ver a la persona que amamos junto a nuestro peor enemigo. La muerte no puede separarse del amor es algo así como su hermana gemela; el amor se filtra entre nosotros y surge como un juramento hacia Dios; la cárcel de estar atado a las otras personas, de no poder concebir nada en el mundo sin la ayuda de los otros. Esos son los estímulos que se acumulan en nuestro interior, el amor nos ha demostrado que, a pesar del paso del tiempo, los seres humanos siguen buscando a la persona indicada para ellos, aquella que los hará completamente felices con el paso de los años.
Mientas tanto los estímulos continúan acumulándose en tu interior, no saben hacia donde ir, sólo se dejan guiar por las feromonas, las que activan algunos centros dentro del cerebro. Te gustaría terminar con toda esa charada de la búsqueda interminable, pero no es tan sencillo como parece, la muerte aparece nuevamente como la única opción existente. Así se pasan los años, el tiempo continúa con su marcha implacable y al mero estilo de un programa de computadora, la mujer perfecta se borra de tu lado y su rostro cambia constantemente. Cambia una mujer a otra, sin tener un sentido de las transiciones, se pierde el sentido de tu vida. A veces se siente como si sólo retrocedieras en el tiempo.
Fotografía: Leandro Furini
Parecemos nubes que se las lleva el viento, cuando hay huracanes, cuando hay mal de amores…