¿En qué piezas o proyectos has estado trabajando últimamente?
Estuve trabajando con el material que traje de Corea del Norte, un viaje muy particular donde intenté registrar la vida cotidiana más allá de lo monumental y lo propagandístico.


¿Qué aprendiste (o desaprendiste) mientras trabajabas en ello?
Aprendí que incluso en los lugares más controlados hay gestos pequeños que dicen mucho. Desaprendí la idea de que todo está prohibido de fotografiar; descubrí que con paciencia y respeto se pueden abrir espacios.

¿Qué palabras, ideas o emociones te rondaban la cabeza?
Me acompañaban las palabras “control”, “silencio”, “mirada”. Y la emoción fue una mezcla de tensión constante y fascinación por lo que iba descubriendo.


¿Hubo alguna conversación, película, música o libro que se haya colado en ese trabajo?
Sí, recordaba mucho las charlas con otros viajeros que habían estado antes allí y me decían “no vas a poder ver nada real”. Eso me empujó a buscar lo contrario: esos fragmentos auténticos que igual se cuelan entre la puesta en escena.

¿Qué fue lo más difícil que has enfrentado últimamente en tu proceso creativo?
Lo más difícil últimamente en mi proceso creativo es encontrar tiempo y espacio mental.


Si pudieras cenar en cualquier restaurante de la ciudad esta noche, ¿dónde sería y qué pedirías?
Alto, un restaurante en Los Angeles, con comida argentina.

Si este mes tu vida fuera una película, ¿qué título tendría y quién haría el soundtrack?
Santa Venice Boulevard, con el soundtrack de Passarini, Riding time waves.


Recomiéndanos algún artista que sigas, que te inspire, y dinos qué es lo que más te gusta de su trabajo o de su forma de trabajar.
Me gusta mucho el histeriotista Guy Delisle, me gusta su mirada, su humor sutil, la mezcla de viajero y observador, la sencillez de sus dibujos.

Fotógrafa argentina, viajo con mi cámara y mi familia registrando lo cotidiano lejos de casa.
