No necesito probar otros cuerpos para darme cuenta que a mi piel nadie la va a volver a erizar como tus labios al besarla, que mis piernas temblar no volverán a conocer esa sensación de cuando las besan despacio y el hueso de mi cadera poco a poco dejara de ser especial pues nadie lo volverá a tocar como lo hacías tú.

Todo fue tan de golpe.

Puta cobardía de escoger al tiempo de pretexto y decirnos frases trilladas para terminar.

No creas que solo extraño el roce de los cuerpos en la cama pero es que solo ahí se movía nuestro mundo, lo que eramos. Ahí podíamos vernos y sentir que realmente habíamos eligido bien. Por fuera solo eramos dos personas agarradas de la mano queriendose, pensando en que ese momento lo era todo porque quizás después vendría alguna tormenta.

Quisiera tener al reloj de nuestro lado y sentir que dejó de correr aquella última vez que estuvimos frente a frente y nos despedimos pensando que habría más por delante.

Era más que derroche emocional.
Fue más que eso.

Fotografía por Lars Wastfelt