Mueganos

Voy sentada en la parte de atrás de un camión de una realidad que desconozco, soy ajena a todos los ritos que se balancean con los topes de la avenida, busco un rayito de sol que perfore la persiana de mi ventana y pinte sobre mi pierna las coordenadas de mi verdadera dimensión.

Hace dos años el asiento me hubiera abrazado el trasero, pero hay un resorte que me perfora los jeans, el olor me recuerda cuando Chícharo se orinaba en la camioneta de Manolo y no podíamos viajar porque el olor era insoportable, llevábamos la camioneta a lavar y en el camino comprábamos mueganos y nos divertíamos con el sonido que hacían desde que los sacábamos de su empaque, hasta que tronaban con nuestras muelas.

No hay nada aquí con lo que pueda hacer ruidos divertidos, y el sol ya me quemó lo suficiente.

Fotografía por Nicola Odemann