Cuando ya no te alcancen mis besos, te voy a dar mis lunares, es algo más personal, más especial que mis labios o cualquier otra parte de mi cuerpo, son el camino sin trazo específico que me recorre sin inicio ni fin.

Puede parecer algo ilógico, y lo es, porque así son las estupideces que se dicen cuando ya no hay más que hacer, te los doy para el recuerdo, para que tengas en tu historia una instancia de locura y mucha distracción.

Es por esas pequeñas partes que vale la pena el camino, puedes hoy con el orgullo taparte los ojos y no querer ver lo lindo que vibras cuando estoy contigo, eso a mí me dice que puedes amarme mucho y con todo eso me puedes borrar, yo no puedo, te disfruto a cada instante saboreando tus palabras, tus olores, tus falsas identidades.

Cuando ya no tengas mentiras que contar puedes contar mis lunares, tal vez al ir avanzando te irás dando cuenta lo fácil que es sonreír para ti, los últimos están en mi cara y espero que cuando llegues me dejes mirarte de nuevo a los ojos, sin miedos ni odios, solos, sin prejuicios, sin mentiras, solos, tú, yo y los lunares hermosos.

Fotografía: Cecilia Gómez de Villavedón