MEDITACIONES SOBRE FUMAR

Me gusta fumar los cigarrillos hasta terminarlos prácticamente por completo. No soporto la idea de retirarme un pall mall de los labios antes de haber reducido a cenizas toda su blancura, al punto de sentir un abrazo cálido en la boca.
Me gusta sentir los dedos tibios, en ocasiones con el indicio de alguna quemadura producto de la ceniza; me produce una satisfacción dolorosa, incluso algo masoquista.
Me gusta observar el cigarrillo consumiéndose y hacer de él una metáfora de mi vida, que se agota mientras exhalo sus fantasmas. Yo no sólo veo a los cigarrillos morir entre mis manos, sino que lo hago a sabiendas de que no pueden cobrar venganza; de que su inanimado destino los puso dentro de una cajetilla con la finalidad primera y última de acabar en los labios de alguien; de extinguirse para otorgar placer a ese alguien.
Hoy día ya casi no se puede fumar en ningún sitio, pero el fumador siempre encontrará algún puerto al cual llevar su mensaje de placer y muerte.