Malas costumbres

A lo largo de los años he notado un lado obscuro de ti, uno que no me había detenido a analizar, quizá por miedo a encontrar mi propia obscuridad ó porque es más fácil dejarte pasar sin preguntar.

Tus gozos a medias, las palabras profundas en cada mensaje, los reclamos, los recuerdos, las largas comparativas de la vida y lo más recurrente: la despedida que nunca llega.
Ayer la rutina se volvió a presentar, una imagen incitante con respuesta inmediata, risas, juegos, cambios de temperatura y el deseo interminable que no distingue el momento histórico ni nuestras situaciones emocionales, ahí vamos de nuevo, entre reclamos, disculpas, calenturas y bromas, lo único que nunca llega es la despedida, no es que quiera que termine, es que termina y no soy partícipe de ello, tu simplemente dejas de responder, esa mala costumbre de ignorarme descaradamente.

No sólo fue ayer, también sucedió antier y dos días antes, y meses antes y durante años. Esa mala costumbre de tocar la parte más interna de mi mente y desaparecer, pareciera completamente planeado, delirante.

Aún así yo sigo respondiendo, sigo acelerando mi respiración y cada que me muestras más de ti, de tus malas costumbres, de tus nuevos deseos, tu obscuridad es tan mía que aunque me moleste no podría odiarla, compartimos tanta magia que sin importar que algún día alguno deje de responder, seguirán vibrando las pieles con algún olor, con algún lugar, con alguna mala costumbre de alguien más que nos haga recordar.

Fotografía por Magnus Jorgensen