La verdad es que ya no siento y a veces creo que no te creo. Nunca terminas de irte; siempre dejas rastros de mermelada que se te escurre del corazón punzante y cuando pienso que ya no existes aparece esa canción de Michael Conroy que bailábamos para darme una bofetada en el recuerdo.
Porque en el fondo siempre lo sabes, eso es lo que hace que duela tanto… sabes que terminaremos solos y que salimos y entramos de nuestras vidas como si fuera un show de talentos y nuestro único talento fuera lastimarnos. Que somos los títeres favoritos del desamor, pero cuando este se aburre y nos bota el amor no pierde el tiempo y nos recoge. Pero, sólo por un rato.
Y si no nos tenemos, el sol pronto deja de brillar, pero si estamos juntos quema demasiado.
Que nuestra fortuna es ser la mitad del otro y nuestro castigo es no poder estar juntos.
Que lo que en realidad nos une es ese vacío en el pecho,
el dolor que llevamos dentro,
la lucha por la verdad que buscamos día a día allá afuera,
la nostalgia que sentimos por los atardeceres,
esas ganas de huir de la gente,
la tristeza infinita que ahonda en nuestro ser;
lo imposible que nos resulta el decirnos adiós
y el que estemos impregnados como veneno en el cuerpo del otro.
Pero, la única realidad es que ni volviendo a nacer nos vamos a olvidar.
Fotografía por Edie Sunday
He pensado en quemar mi cama pero no tendría dónde dormir.
Que cansancio ser. La vida y yo no nos llevamos bien.