Las muertes de mi padre

Lo maté cuando tenía 9 años y no me dejó ir a la fiesta de mi mejor amiga porque venían mis abuelos de visita. También a los 12 cuando se divorció de mi mamá e inició otra familia. Igual a los 14 por saber que fue la razón de la depresión de ella. A los 16 por burlarse de mi ropa, cabello teñido y maquillaje. Cuando tenía 18 por decirme que lamentaría distanciarme, que lo extrañaría.  Por decirme por primera vez que me amaba, sin verme a los ojos —casi con vergüenza—, cuando cumplí 19. A mis 20 por darme cuenta que quería más a mi nuevo hermano.

He matado tantas veces a mi padre que no pensé que me afectaría tanto que al final un borracho lo hiciera definitivamente. Quería matarlo de nuevo por tener razón y que su accidente fuera la causa: lo extraño todos los días.

Fotografía por Santo