La última noche que hicimos el amor todo era distinto, parece tan lejano ya. Tú estabas distante, no parecías la misma de siempre. Hermosa y perfecta, eso sí, pero distante.
Desde entonces nada volvió a ser igual. Pasaba el tiempo, pero se detuvo la vida para mí; no así para el resto del mundo, que se sumía en caos: pandemias, terremotos, levantamientos sociales… ¿Sabías que en enero de 1968, el mismo año de la masacre en la Plaza de las Tres Culturas, en México se registró una nevada atípica? Ahora lo atípico es que no pase ninguna tragedia.
En fin, el que hubieses cambiado lo corroboré un domingo que vimos una película, incluso fue peculiar tu elección: “Eternal sunshine of the spotless mind”, de Charlie Kaufman. Al terminar de verla corroboré uno de los diálogos, que por mi particular situación me pareció más contundente: “es doloroso pasar tanto tiempo con alguien, solo para descubrir que es un desconocido”. Quizá te hayas convertido en eso. En la cena te comiste tus tacos sin rábanos y cuando te pregunté por qué, simplemente respondiste “ya no me gustan”. Extraño.
La última noche que hicimos el amor, un dron nos espió por la ventana. Lo sé porque volvió a visitarme hace unos días, sabía que estabas distante. El dron me dijo que solamente lo observabas a él.
Fotografía por DIADA
Viendo pasar los días y a la vida quedar en pausa