La memoria es un laberinto,
cualquier recuerdo es la llave del olvido.
A todas luces vemos de cerca la fuente de nuestra esperanza,
una escena de donde sostenernos,
un chispazo, una brizna,
un pétalo de aire.
La mirada pasajera de la muchacha que nunca volveremos a ver,
el patíbulo esperando un parpadeo.
Existen capas en el olvido:
somos la dureza de nuestros recuerdos.
Fotografía: Kevin James Neal
Mexicali, México, 1990. Sueño con princesas dientes de metal que recorren alegres el campo fértil de una maravillosa temporada de Sol.