Un encuentro clandestino, dos ajenos prohibidos. Te guardo con tanto recelo entre gemidos y jadeos, bajo la humedecida piel de mis resentidos anhelos.
Enclaustrada en mi ingenuo pensamiento fui reconociendo ese asfixiante calor que me llenaba el cuerpo. Paralizada, desvaneciéndome sobre el frío edredón de aquella enorme cama; me deje llevar. ¿Dónde estás?; a cada sensación evoco tu nombre, evoco aquel recuerdo aprensivo de tus dedos recorriendo el camino entre mis piernas; de tus labios resbalando al precipicio de mis caderas; de mis muslos cabalgando el frenesí entre siluetas.
Minutos después comienzo a escuchar de a poco; mientras trato de incorporarme aún con la respiración entrecortada, producto de la generosa descarga de energía custodiada por la nostalgia y la melancolía. Fue casi como si se me hubiese subido el muerto; fue; fue…
Sí, solo un breve momento de mi ya tan socorrida “Masturbación Mental”.

Fotografía por Isa Gelb