Haría falta
el hígado blindado de Bukowski
para deambular con fortaleza
por los sórdidos parajes de la ebriedad.

Y las navajas
que en la garganta de Tom Waits anidan
para entonar y evocar
algún canto digno de nuestro infortunio.

Y un coraje
y fuerza de voluntad insuperable
para no morir en el intento
de haberte involucrado de más en la enfermedad.

¡Abandonar hoy hermanos!
la sobriedad y la cordura
y dejar que la ebriedad desaloje las palabras de la mente
para evitar que nos torturen y esclavicen.

¡Embriagarse aún más allá de la saciedad!
que mañana con la resaca volverán,
y cortarán, muy hasta el fondo de nuestra alma
para recordar, de que estamos hechos los poetas.

Fotografía por Isa Gelb