El extraño que me conoce hace muchos años en realidad no me conoce. Ni yo a él. Pero sé que existe, sé que si algún día no está tampoco querré estar. Me iré junto con él y tal vez tengamos la oportunidad de sabernos sangre.
Y cuando ese día llegue le voy a contar que aquella noche jugando con pistolas de agua me pareció absurdo su malestar por haber perdido, pero que crees; yo tampoco sé perder.
Le contaré que era mi modelo a seguir hasta que decidió mentir. Platicaré que para mí el temblar de miedo me recuerda a su rostro. Que mucho de lo que soy en mi cabeza, es gracias a él. Quizá pueda contarle que hablar sobre él me hace llorar, que los recuerdos vagos que tengo de nosotros es cuando me cargaba para llevarme a dormir, cuando me dejaba quitarle la pelusa de su ombligo, recostarme en su estómago o cuando me permitía acompañarle a las seis en punto a desayunar. Antes de volver a desaparecer.
Que raro que duela tanto no ver a un extraño; y dar la vida por él. Sin conocerlo creo que lo admiro y temo de él pero también temo por él.
Fotografía por asketoner
Creo que tengo el síndrome de Peter Pan