í n t i m o

Ma;

Te escribo con la garganta hinchada, los ojos inundados y  los recuerdos a un lado.

Y es que entendí que soy hija.

Me derrumba saberme creada; existo por la esperanza en un amor. La certeza, quizás efímera pero latente, de que lo que compartían entre tú y papá era tanto que alcanzaba para tres personas más.

Creo que has sentido un amor que no se puede poner en palabras, tu corazón ha palpitado acompañado de otro.

Me rompe saberme creada; existo.

Soy y estoy porque me hicieron existir. Engendro del amor.

Los admiro por haber renunciado a una vida ensamblada y apostarle todo al bosque, a los cuartos que aún no tenían camas pero sabían que iban a ser habitados. Los admiro por creer en la posibilidad de un núcleo nuevo.

Y te admiro aún más por seguir de pie después de que se cayeran pedazos tan inmensos dentro de ti.

Lloro pensando que mi infancia está más en ti que en mí. Te habitan tres infancias. Has visto tres personas ser, y estaba dicho que sería compartido con papá. Se rompió el cielo y cuando volviste a ver te enteraste que estabas sola. Todo eso que surgió entre dos en un segundo te borró el camino; sin saber a dónde caminar y sin saber si habían caminos: gateaste un poco a ciegas, pero lograste correr.

Te admiro.

Pierdo las cualidades de humano cuando intuyo la inmensidad de los sentimientos que se desbordaron entre papá y tú: existo por su amor.

Se difuminan los límites y me entiendo como un enjambre de cariños, de risas, de días juntos; cada hijo es el choque del tiempo entre dos vidas, explotan hasta dar paso al inicio de una nueva.

Te admiro por sentir en cada hueso dolor, por haber llorado lo que ni con lágrimas se calma, te admiro por haberle apostado todo al futuro y dos veces saber que no hay sentido en la vida.

No puedo imaginar el dolor que ha estado en tu piel, no sé a qué sabe despertar sola después de veintiocho años de compañía, no sé qué es despedirse de una infancia crecida.

Admiro tu cariño a la vida, a mí y a Bruno.

Me aprieta la garganta y me interrumpe la respiración tratar de imaginar qué se siente el momento que quieres tener hijos con alguna persona, que sabes que la magia entre ustedes dos es suficiente para romper los sin sentidos de la vida, que hay más amor en el tiempo que desilusiones.

Porque ambos sabían que la vida carecía de sentido, quizás algo de esas sospechas los juntó. Pero la magnificencia de su “nosotros” los convenció de crear nuevas posibilidades de ser. En los brazos de papá encontraste toda una nueva vida; donde el consuelo existía y la vida merecía ser vivida: tres veces más.

Mi origen está entre dos corazones que se consolaron, entre secretos y miradas de cariño. Me conmueve encontrarme ahí;

dentro de un amor solamente suyo, pero tan mío.

Fotografía por Stanley Bloom