Respiré el aroma maldito del avenir,
y sin quererlo me enamoré de la idea,
de la sonrisa que no existe pero está.
Desperté con el sonido alarmante de las bestias,
y abracé su oscuridad para engullir mi miedo,
en sus entrañas encontré mi propio féretro
y maldije con su muerto la existencia desafortunada
de quién anhela.
Deseé tanto que, concedido el misterio ha
sin dogma ni símbolo revelarse,
ante el capricho del alma enajenada
donde la fe se fundó,
perdido pues en el deseo
busco la esperanza del demonio
y con ella, la sonrisa eterna del destino.
Fotografía por Coastal Driver