Siempre ha sido un reto para mí hablar del dolor, mostrar este punto débil y exponer mis heridas ante los demás no es mi mayor gusto, pero temo que las campanas han sonado y es momento de darle frente a mis demonios, mostrar cada una de mis llagas, hurgar en ellas para encontrar alivio y finalmente dejarlas cicatrizar. Aunque tenga el espíritu enfermo y la voluntad sin ganas. Aunque no haya valentía en mis huesos, sé que debo luchar contra esta oscuridad que me persigue desde hace años, necesito entenderla y hacerla mía.

Hay una desesperanza aprendida en mi mente y el 90% del día quiero ser aire y flotar. Soy un eterno huésped, deambulo por casas ajenas buscando desesperadamente un hogar. Toco todas las puertas pero parecen tener seguro. No importa. Siempre ando sin rumbo, sin camino, sin lugar. Pero esta vez me acurruco entre lágrimas mientas intento ponerle un nombre a mi sombra. Hago una lista por cada vez que me ha acariciado la vida y en todas hay un final terrible. Estoy escarbando todas mis cloacas, buscando cordura y espero encontrarla.

Fotografía por Martin Canova