¿Hace cuánto que no te lavas los dientes, Tom Waits?

El oso de Berlín para el pendejo.
Para el maestro que se enamoró de la alumna.
Since the fucking beginning of time.
Y ella le pide tiempo.
(I can give you time, girl. I own my eternity)
Because I know, I’m being swindled, I never bargained
for this.
Abuela muerta.
Más muerta y más dulce que eterna.
La besé cuando mencionó la palabra Oreo.
Y cuando tuvo a Hemingway entre nosotros.
La besé como sólo se besa una vez en la puta vida.
Leímos el cantar de los cantares.
Cantamos al lector de los retretes.
Retratamos al cantor de las facturas.
Cantemos al amor de los amores.
Y yo era el señor.
Desde que tengo 19 he sobrevivido.
No.
No.
Habiámos dicho escritura automática.
Pero faltan.
Faltan porque llueve.
Porque les da miedo Burroughs,
o porque siempre habrá una abuela que se muera.
Apropiadamente.
Como su novio.
Que aparació apropiadamente.
Never let a kiss fool you
never believe in Waits,
that was Joey Adams,
but never marry for love.
Y no, no habrá pez para comer,
ni siesta en la primavera.
Porque si tratas de detenerla,
compadre,
morirás en el intento.
O lo que es peor,
vivirás como Pípila.
Tratando de acomodar palabras,
para seguir respirando,
y nunca, nunca quisiste enamorarte
de esa chica del bar.
Nunca quise hundirme en este estúpido mar.
Amén.

Fotografía por TolikTolik TolikTolik