Había prometido que no

Los días pasaron y la oportunidad se presentó, de nuevo en una cama ajena, con mi mejor amigo. ¿Quién lo diría? Ya me había prometido que no, que no sería infiel. Pero hoy, no me arrepiento: mi mejor amigo se convirtió en mi mejor amante, esa forma de ponerme contra la pared y cogerme como nadie lo había hecho, con él llegué al cielo, lo que ni el amor de mi vida, ni mi primer pecado lograron.

Amo visitar esa cama ajena, perderme entre sus piernas, amarrarme a su cuerpo, sentirlo sobre mí y ver cómo se sostiene con esos brazos tatuados que me derriten.

Es de madrugada y quiero estar entre sus sábanas, aunque había prometido que no.

Fotografía: Kevin James Neal