‘‘Hay un pasado que se fue para siempre, pero hay un futuro que todavía es nuestro’’ y al final unos pequeño números de la suerte. En su momento no entendía la fortuna, pero te miraba a los ojos y sonreía tratando de imaginar que era una señal de un futuro feliz a tu lado, ahora veo que era solo otro de mis escapes de esta realidad nuestra; esta realidad en la que a veces parecemos vencidos por la rutina, la distancia, y el silencio que lo dice todo.
Me recosté, y con la mirada perdida en el techo, como buscando un cortometraje del tiempo, comencé a pensar en nuestro pasado que se fue. Y así fue como me di cuenta que no me enamoré de ti, sino de nuestro inicio, de la improbable casualidad de atraernos, de las miradas y las mejillas rosadas cuando nadie nos veía, del deseo constante, de la ansiedad por ver más allá en el otro, de la curiosidad de saber a donde llegaríamos. Entre otras cosas de las que parece que ya has tenido suficiente.
En este punto ya no sé como será ese futuro nuestro. Tal vez este nosotros se convierta en una de esas reliquias que aunque deterioradas, es imposible no mirarlas con admiración y la ofrenda de un elogio por lo que fueron alguna vez, quizá un futuro pasado que te avergüence, o tal vez seamos ese caso particular en el que como un fénix re nacemos y morimos, y volvemos a renacer, que sin importar cuanto muramos volvemos más poderosos, más brillantes, más fuertes, y así, ser el ”ellos pueden” de los demás.
Ya no sé si eres tu, si soy yo, o si somos ambos. No sé en donde está el signo que desbalanceo nuestra ecuación perfecta. No sé si mi todo, te pareció un demasiado del que te has hastiado.
En fin, ya que últimamente me niegas tu ser, me preguntaba si te molestaría que tuviera sexo con alguien más.
Fotografía por Martin Canova
Escribo porque un rayito de sol moreno me hizo sentir que era capaz de hacerlo.