Feliz nuevo ciclo

No se nada de la vida más que vivirla. Soy una mente compleja por no decir enredada. Mujer que respira sentimientos y se alimenta de cuentos. Me sé abstracta y difícil de leer.

Aprendí a ceder y a aceptar mi momentaneidad; vivir con mis errores como consecuencias de vivir siempre en mi ahora. Lloro de coraje, suspiro de tristeza, río por nostalgia y escribo por felicidad.

Me encuentro en diferentes ojos y busco regresar a los mismos: unos profundos de pinta triste y mirada profunda, brillosa; de color café fuerte, como al que soy adicta en las mañanas.

Soy una historia sin un principio claro pero de etapas marcadas. Soy imagen, música y letras. Soy un pensamiento dedicado, un descubrimiento musical, una película incoherente, una fotografía en blanco y negro, un viaje en mente; una mirada, una lágrima y una flor.

Sé sobre dolores espirituales y heridas mentales. Conozco el sonido del quiebre de mi corazón y reconozco el quiebre de uno ajeno. Sé sobre la diferencia de amores y acepto la temporalidad de algunos. Conocí al amor de mi vida y al amor de por vida, aprendí a dejar ir y recordar con alegría. Sé descubrir mis pasiones a través de miradas ajenas y regalo las mías a quién lo permita.

Me enamoro de ojos, risas, almas y charlas. Me cautivan las luces en contraste, me inquietan los silencios gritones. Me derrito ante pensamientos, me entrego en cuerpo a ellos y en alma a su expresión.

Se de ciclos a partir del tiempo presente y ahora puedo cerrar uno de ellos con agradecimiento profundo, una carta sin entregar, memorias en fotografías y un lugar especial en la palabra “amar”.

Fotografía: Tomé Duarte