Puedo ver a simple vista,

la condena que tu alma lleva,

a razón de tu creación.

Y la profunda nostalgia

que tu mediocre espíritu alberga,

sin derecho a la redención.

También la vil traición que tu existencia lleva,

como hijo, padre, esposo… ¡Con Dios!

¡A tí chacal!: Te maldigo hombre.

Puedo ver también, el hastío

que ha envenenado tu camino,

la penuria que condena tu destino.

Olvidaste tu esencia y vocación.

Al placer mundano te vertiste,

ahora te arrastras arrepentido por el perdón.

¡Arre bestia!, no te creas tan importante,

tampoco tan degradante,

deja ya de lascerar.

¡Regresa ya!, a tu corral,

dónde has de lamentar y depurar,

el existir y el blasfemar.

Fotografía por Martin Canova