Cautivo afecto

En el filo del atardecer la resolana me invade
junto con la permuta de tu presencia en recuerdo, donde intercambio el aire de un respiro por una caricia en el soplo de la brisa.

El detalle fascinante de la analogía entre la temperatura de este instante,
cubre de broza la piel de la quietud que recorre las venas de este ambiente.
El lúdico frenesí se ve pausado por el flemático acontecer
de contemplar el caducar de este rayo en mi efímera jornada.

En tu templanza encuentro la cálida holgura
y despierta aquel transido de dolor que se conservaba yerto.
Las hojas secas por mi ocaso caen despacio en tus manos, que gráciles se comportan con el despojo del otoño de ésta biografía que fue escrita en el pretérito de mis pasos.

En la tenue mirada del último resplandor del sol,
la víspera hace persuadir el brillo tenue en tus ojos,
que fijo en la determinación del transcurso de un parpadeo
puede sellar en un instante más allá de un etéreo sentimiento.

Entre el tacto de tus palabras
y el derroche de tu terneza,
hace que este cautivo afecto
me conserve en calor por ti.

Fotografía por Martin Canova