Los errores con sus consecuencias,
males y decepciones de alguna manera
se transforman en aprendizaje para el bien del alma.
Se llevan en un equipaje de mano sin que se noten.
La posición más cobarde que he adoptado en los últimos tiempos.
Una manera de decir que aunque
dejes ese capítulo sin cerrar, eventualmente se cerrará…
Como las heridas que cuestan sanar y
dejan cicatrices imposibles de ocultar.
Pasar por mucho viviendo tan poco,
sin ser pre juicioso con uno mismo
te condiciona a tal punto de cerrarte internamente.
Ya no te escondes, casi pareces tan claro como el agua,
pero con la puerta del centro del mundo cerrada
interiorizando tu propio infierno
para ser más biodegradable que contaminante.
Sublime manera de devolverle al universo un poco de lo hurtado.
No sé quién será tan valiente para aceptarme
con el circo andante que es mi mente,
con demonios y fantasmas.
No sé quién será capaz de bailar el vals
en las fauces del volcán que es mi alma.
Mandé en el tren del exilio a los recuerdos no gratos,
llevo equipaje y un paraguas porque siempre llueve dentro
por si te atreves a entrar abrígate bien.
Fotografía: Leo Berne
Agridulce como estas letras.