Se comen mis entrañas
la niña que alguna vez fuí,
y no entiende de muertes
o sagaz envidia.
Los mirlos viajan desde el Sur,
mueren y renacen en mis pies.
Me reconstruyo
entre panes y lapiceras.
Inocente de mí
que regalo partes sueltas
a gente a la que le gusta los cachivaches.
No han de querer nada de mí,
sólo diversiones, calor humano.
Todas mentiras envasadas al vacío.
Fotografía: Clothilde Pasquier
No sé qué decir sin sonar cursi.
Clase 98´