Entes Menguantes

Tus ojos de poeta

me lloran en silencio.

Me miran, me matan.

Tus espinas abrazan mi boca.

El sudor me hierve en las sienes,

en el vientre,

en los muslos.

Despacio nos mezclamos

como un par de bestias,

como dos enredaderas

que juegan y se enmarañan.

Te respiro

y tu me dejas.

Das el paso,

te sigo,

y se disuelven las telarañas marchitas

que encerraban el polvo sobre mi piel.

Cual niña te miro y,

joder,

te miro.

Con qué ternura te miro yo,

con qué dulzura me aventuro

a andar por tu espalda.

Te beso apenas un segundo,

así me basta.

Con tus manos y el olor

a llanto con café.

Fotografía: John Kilar | Instagram